lunes, 17 de agosto de 2009

Pateticos carentes de humor

En el escupitajo de la diva, Hitler adivinaba preocupado un presagio oscuro.
El miedos e disimulaba cobardemente ante el publico (los temerosos chupamedias y los mesianicos tontos)
El gargajo se desparramo al costado y fue advertido por esa bestia criminal.
Sus ojos escupieron fuego y su Luger fue una bengala en la noche.
Durante la farsa de un violento discurso, el monstruo sin atuendos por arruinar
ebrio pomposo
estrujo las tetas de la puta
en tanto en una esquina oscura su obediente lugarteniente se masturbaba en silencio
Seis meses despues exhibio sus sesos (o heces almacenadas en su diminuto craneo) con la misma delicadeza infernal de un personaje sepulcral.
"No se olviden de sepultar a esta puta que siempre me avergonzo, esa frigida cerda", escribio a modo de insensible testimonio.
Los cadaveres de ambos exhibian la inminencia del otoño palido
Una morisqueta sin gracia a punto de esparcirse en un estrepitoso llanto
Sres bizarros con malos modales obsequian a modo de ofrenda tristes flores hurtadas a su fria lapida
"No somos niños" declararon cierta vez cuando fueron increpados por aquellos que se horrorizaron tiempo atras.
Han adoptado el aspecto del patetico disparatado.
Le han arrojado un guante al rostro de la humanidad porque no saben reir.
Algunas niñas lloran cuando les molesta una piedra en el zapato.
Ellos lo hacen cuando se rasuran y se recortan el bigotito chaplinesco.
No se extinguen porque el fuego y el ultraje los enardece.
Se multiplican gracias a que copulan con sus propias sombras.
"No somos niños", desafian y han adoptado el aspecto impaciente del patetico disparatado.
La urgencia de los inmaduros crea peligros pero son imbeciles previsibles, sin talento para la violencia.

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