El mito Stooges ha seguido creciendo. Ni la muerte de Ron Asheton en 2009 lo detuvo. La nueva vida de The Stooges se configuró con la vuelta del hijo pródigo, James Williamson, quien reemplazó al fallecido Ron a la guitarra. Eduardo Guillot habló con Iggy Pop en 2010, antes de que los Stooges tocasen en Madrid tras su paso por diversos festivales españoles en los últimos años: Azkena, Primavera Sound, FIB... Figura de pasado legendario, de esa conversación surgieron curiosas opiniones sobre su presente, sobre Michel Houellebecq, sobre Marjane Satrapi y sobre lo bien que vive en... ¡Miami! A pesar del amargo fiasco del disco de retorno de The Stooges, “The Weirdness” (2007), los directos de La Iguana, como no podía ser de otro modo, han seguido siendo un derroche de energía y combustión, calambres de madurez que parecen eternos.
Puede que Iggy Pop sea el último punk. El único outsider de generaciones pasadas que no se ha decantado por el spoken word y sigue asaltando el escenario con la furia de antaño. La inesperada reunión de The Stooges, que se saldaba con la publicación de“The Weirdness” (Virgin, 2007), pareció tocar a su fin en enero de 2009, tras la muerte del guitarrista Ron Asheton, pero la banda sale de gira nuevamente con James Williamson como sustituto. Una decisión lógica, ya que grabó “Raw Power” (Columbia, 1973) y formó tándem con La Iguana en “Kill City” (Bomp, 1977).
A mediados de los noventa, Iggy expresó en una entrevista su deseo de participar en documentales televisivos sobre naturaleza. “Me gustaría ser la voz en off que dice suavemente: ‘Ahí viene la madre con sus polluelos’, pero siempre me piden que me comporte como un loco”, comentaba. Cuando descuelga el teléfono para atender la entrevista, es fácil imaginarle haciéndolo. Por el auricular se filtra una voz grave y resabiada, que desgrana las palabras pausadamente.
“También hay bastante gente de Jamaica, así que tengo la posibilidad de escuchar mucho dancehall, que me encanta. Cuando me mudé, me dijeron que Miami era un sitio para ir a la playa y jugar al golf y, ¿sabes?, nací hace casi 63 años y me gusta la playa. La gente cree que esto está lleno de cubanos y de mafiosos colombianos, pero me gusta” (Iggy Pop)
Para romper el hielo le recuerdo la primera vez que hablamos, en Barcelona, cuando estaba grabando las canciones para la banda sonora de “Atolladero” (Óscar Aibar, 1995), en la que también interpretó a uno de los protagonistas. “Rodamos en Navarra y hacía un frío de mil demonios”. Entonces se pone a tararear uno de los temas que escribió para el filme. “Había un estupendo actor en la película, Joaquín Hinojosa. Era un gran tipo”, añade, y así arranca una conversación marcada por sus largas respuestas, sus expansivas risas y los límites que impone cuando no le interesa seguir hablando de algo.
¿Cómo se te ocurrió irte a vivir a Miami? No parece un lugar muy rockero. No lo es. Pero hay buenos músicos a montones, la mayoría sudamericanos. No es una ciudad rockera y, para serte sincero, no sé muy bien lo que es, pero llevaba veinticinco años viviendo en Nueva York y lo que allí se entiende por rock resulta bastante académico. Me parece bien, aunque la verdad es que hay mucho más rock en ciudades como Orlando, donde los chavales lo mantienen vivo. Sin embargo, no vine a Miami buscando rock, sino para evadirme.
Cuesta imaginarte paseando al perro y saludando a Gloria Estefan o Julio Iglesias por la calle. El estudio donde grabo aquí pertenece a la familia Estefan, pero no son mis vecinos. Veo por dónde vas, aunque no es muy inteligente, porque en cualquier ciudad del mundo puedes encontrar todo tipo de gente. Uno de mis vecinos habla francés criollo y toca las congas. Y supongo que tampoco me imaginas en su casa (risas). No te negaré que la mayoría de gente de los alrededores son republicanos con la casa llena de armas y pitbulls en el jardín. Pero son muy agradables conmigo(risas). Me dejan en paz. Cada cual tiene su espacio. También hay bastante gente de Jamaica, así que tengo la posibilidad de escuchar mucho dancehall, que me encanta. Cuando me mudé, me dijeron que Miami era un sitio para ir a la playa y jugar al golf y, ¿sabes?, nací hace casi 63 años y me gusta la playa. La gente cree que esto está lleno de cubanos y de mafiosos colombianos, pero me gusta.
Siempre pensé que, cuando decidieras retirarte, escogerías tu casa de México. Y yo, pero una gran compañía estadounidense compró los terrenos que había alrededor y construyó treinta y seis bloques de apartamentos y dos hoteles, así que la vendí. Esa parte de México se ha convertido en el lugar al que se desplaza la gente adinerada de Baja California para vivir el estilo de vida playero, porque en Estados Unidos es imposible, ya que las playas están llenas de bandas, violencia, armas, polución, grupos terroristas, empresas privadas de seguridad... Tampoco te digo que no fuera peligroso vivir aquí durante los primeros años, pero ahora es un lugar estupendo.
La muerte de Ron Asheton en 2009 y el seguir ordeñando el culto al mito hizo revivir la historia: James Williamson, igual que en 1972, cuando Ron pasó a manejar el bajo, se hizo cargo de las seis cuerdas. Las míticas guitarras de “Raw Power” (1973) son suyas.
Hablemos de música. ¿Cómo se te ocurrió llamar a James Williamson para tocar de nuevo en directo con él? Es una historia curiosa. Un par de días después de que Ron falleciera, todavía en estado de “shock” por lo ocurrido, me di cuenta de que teníamos conciertos contratados para el resto de la temporada. Yo nunca he cancelado un show en los últimos veinticuatro años, así que llamé a algunos guitarristas para comentarles la posibilidad de participar en esas actuaciones. Uno de ellos fue James. Estuvimos hablando y me dijo que no estaba disponible en ese momento, pero que si hacía algo, al año siguiente iba a dejar su trabajo y podría. Entonces decidí parar con The Stooges, algo que nos vino bien a todos, y regresar ahora.
Se dijo que Steve Jones (Sex Pistols), que ya había grabado contigo en “Blah Blah Blah” (A&M, 86) e “Instinct” (A&M, 88), iba a ser el sustituto de Ron Asheton. ¿Fue a uno de los que llamaste? Eso demuestra la diferencia entre lo que ocurre en realidad y lo que dicen los periodistas. Un crítico me preguntó sobre los planes que tenía tras la muerte de Ron. Le contesté que habíamos estado grabando algunas canciones, y que el único guitarrista que se me ocurría para terminarlas, por su peculiar manera de tocar, era Steve. Eso ocurrió al mismo tiempo que Steve, que ya había terminado la gira de los Sex Pistols, le dijo a alguien que iba a tocar con The Stooges. Ambas cosas se mezclaron. Pero nunca lo llamé, ni a él ni a nadie con una imagen de marca tan fuerte. No le pediría a alguien “de otra pandilla” que se uniera a la nuestra. Solo llamé a James y a un gran amigo de Ron, que toca en Radio Birdman. Aceptó, aunque finalmente no lo hicimos.
“Somos gente que ha sido rechazada por la industria en muchas ocasiones, y tenemos contraída la obligación con nosotros mismos de mantenernos en pie, grabar un disco y mostrar a todo el mundo que somos reales. Y eso fue lo que hicimos: decirle al público que nosotros somos de verdad. Porque la música tiene que ver con muchas otras cosas que no son necesariamente lo que se escucha en una grabación. Muchas más”(Iggy Pop)
¿Vais a tocar solo “Raw Power”? Se supone que es el motivo de la gira, pero recuerdo que te gustaba mucho también “Kill City”, el otro disco que grabaste con Williamson. Hemos ensayado canciones del primer disco de The Stooges, de “Fun House”, todo “Raw Power”, unas cuantas de “Kill City” y bastantes que aparecieron solo en “bootlegs”, como “Gimme Some Skin” o “I Got A Right”. También algunas de mis discos en solitario, como “The Passenger” y “Lust For Life”... Hicimos un show de calentamiento en Brasil y ese fue el repertorio. En Madrid es posible que toquemos “Raw Power” en orden, exactamente como en el disco, y luego abordemos el otro material. No lo sé aún, porque en algunos shows en Inglaterra “Raw Power” es el contenido específico.
Creo que también planeas grabar un nuevo álbum. ¿Es así? Lo que tenemos, por el momento, son dos canciones de James y cuatro de Ron y su hermano Scott, en las que estamos trabajando. Además, hay una docena de temas muy buenos de los setenta que nunca grabamos en estudio, y que solo han aparecido en discos piratas en directo, con mala calidad, como “Cock In My Pocket”, “Rubber Legs”, “She Creatures Of The Hollywood Hills”, “Head On”... Muchas nunca se han grabado en condiciones, y me gustan. Espero que podamos hacerlo. Sony Legacy reeditará “Raw Power” más o menos cuando toquemos en Madrid, y será un doble CD con un gran concierto en directo celebrado en Georgia. Lo grabó una emisora de radio local, y salió tan bien que decidieron no emitirlo nunca (grandes carcajadas). Era excesivamente crudo para ellos.
¿No has aprendido la lección de “The Weirdness”, que fue masacrado por los críticos? Es que no lo hicimos para ellos (vuelve a reír). Mira, no quiero decir nada demasiado fuerte. No tengo ningún problema con que no les gustara. Está hecho en un mundo diferente, no lo grabó la banda que ellos amaban y que rompía barreras constantemente cuando teníamos veinte años, viviendo en una espiral de dolor y sufrimiento. Es evidente que no íbamos a hacer algo así, resulta imposible. Era importante en otro sentido, llevaba implícito un mensaje secreto para la gente que vive en el mundo real; y ese mensaje es que, comparado con todas las otras bandas que se han reformado últimamente, que se acojonaron porque temían lo que dirían los críticos y decidieron salir de gira pero no grabar un disco nuevo, The Stooges tuvieron los huevos de hacerlo, sacar el álbum sabiendo que las letras no llevarían implícito el comentario social de antaño para la juventud y que los “riffs” no serían tan frescos y espontáneos como los de los dos primeros álbumes. Pero somos gente que ha sido rechazada por la industria en muchas ocasiones, y tenemos contraída la obligación con nosotros mismos de mantenernos en pie, grabar un disco y mostrar a todo el mundo que somos reales. Y eso fue lo que hicimos: decirle al público que nosotros somos de verdad. Porque la música tiene que ver con muchas otras cosas que no son necesariamente lo que se escucha en una grabación. Muchas más.
Iggy en los setenta: carne cruda.
The Stooges se embarcan en 2010 en otra larga gira. ¿Cómo puede afectar a tus dolencias en la cadera? ¿Estás totalmente restablecido? Eso es asunto mío. No voy a darte un informe completo sobre mi salud actual. Solo te diré que soy el cantante de un grupo y que no tengo ningún problema que me impida hacer mi trabajo con éxito. La música suena fantástica y, pienses lo que pienses de mi condición física, la gente sigue viniendo a mis conciertos. Cualquier otra cuestión no es un asunto para tratar en esta entrevista.
“Eso es asunto mío. No voy a darte un informe completo sobre mi salud actual. Solo te diré que soy el cantante de un grupo y que no tengo ningún problema que me impida hacer mi trabajo con éxito. La música suena fantástica y, pienses lo que pienses de mi condición física, la gente sigue viniendo a mis conciertos. Cualquier otra cuestión no es un asunto para tratar en esta entrevista” (Iggy Pop)
Hablemos entonces de tu último disco en solitario, el sorprendente “Préliminaires” (Astralwerks-Virgin, 2009). ¿Cómo nació la idea de convertir en canciones la novela “La posibilidad de una isla”, de Michel Houellebecq? No lo conocía personalmente cuando puse en marcha el proyecto. Recibí una invitación para participar en un documental sobre Houellebecq –se refiere a la serie televisiva “Le grand journal de Canal+”–. Yo había leído “La posibilidad de una isla”, es uno de mis libros favoritos, y pensé que me ofrecía la oportunidad de poner en práctica un estilo de música que no puedo hacer cuando estoy con una banda de rock. Me lancé a ello, y escribí las canciones en una pequeña cabaña en un gueto de Miami, una zona muy “cool” que no aparece en las guías turísticas. Me reuní con algunos músicos y envié las canciones por “e-mail” a Hal Cragin, un productor de Nueva York que me conoce muy bien y ha tocado en mi banda –además de con Vic Chesnutt, They Might Be Giants y Rufus Wainwright–.Él me devolvió el material y grabé las voces aquí, en el estudio de los Estefan (risas).Dos de las canciones se basan en textos del libro que me afectaron emocionalmente, y otras en lo que me hizo sentir el protagonista de la novela, que es una especie de payaso. No es casual que Houellebecq haya escogido a un personaje así. Lo sentí muy cercano.
Existe una edición especial del disco en una caja de tirada limitada que incluye un librito con ilustraciones de Marjane Satrapi. ¿La conociste cuando doblaste la voz de un personaje en la adaptación al cine de su novela gráfica “Persépolis”?No, fue antes de la película. Quería reunirse conmigo antes de ofrecerme el trabajo. Me pareció una mujer muy fuerte. Tanto como para ser capaz de enfrentarse al gobierno de su país. Sus cómics son realmente hermosos.
¿Qué otros cómics te gustan? No me van los cómics de superhéroes. Prefiero otras cosas como “American Splendor”, la serie creada por Harvey Pekar. Me gusta cualquier cosa que, como lo que hace Marjane Satrapi, sea capaz de reflejar la realidad. Como lector, también me inclino bastante por el ensayo, aunque lo combine con la ficción.
Últimamente, tus canciones aparecen por todas partes: tu versión de “Louie Louie” abre “Capitalismo: una historia de amor”, la última película de Michael Moore; “The Passenger” se utiliza en el tráiler de “Up In The Air”; haces anuncios televisivos para la aseguradora Swiftcover; y hasta te has convertido en un personaje del videojuego “Lego Rock Band”. ¿Cómo te sientes al ser un icono del rock? (Se lo piensa unos segundos) Mejor.
¿Mejor que qué? Mejor que si fuera un “homeless” (más risas).
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